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lunes, julio 7, 2025

¿La explotación del robotic depende common o culturalmente?


Las personas en Japón tratan a los agentes artificiales cooperativos con el mismo nivel de respeto que los humanos, mientras que los estadounidenses tienen significativamente más probabilidades de explotar la IA para obtener ganancias personales, según un nuevo estudio. publicado en Informes científicos por investigadores de LMU Munich y Waseda College Tokio.

Como vehículos autónomos y otros AI Robots autónomos Integrarse cada vez más en la vida diaria, las actitudes culturales hacia los agentes artificiales pueden determinar qué tan rápido y exitosamente se implementan estas tecnologías en diferentes sociedades.

División cultural en la cooperación humana-AI

“A medida que la tecnología autónoma se convierte en realidad, estos encuentros cotidianos definirán cómo compartimos el camino con máquinas inteligentes”, dijo el Dr. Jurgis Karpus, investigador principal de LMU Munich, en el estudio.

La investigación representa uno de los primeros exámenes interculturales integrales de cómo los humanos interactúan con los agentes artificiales en escenarios en los que los intereses no siempre pueden alinearse. Los hallazgos desafían la suposición de que la explotación del algoritmo, la tendencia a aprovechar la IA cooperativa, es un fenómeno common.

Los resultados sugieren que a medida que las tecnologías autónomas se vuelven más frecuentes, las sociedades pueden experimentar diferentes desafíos de integración basados ​​en actitudes culturales hacia la inteligencia synthetic.

Metodología de la investigación: la teoría del juego revela diferencias de comportamiento

El equipo de investigación empleó experimentos clásicos de economía del comportamiento: los Juego de confianza y el Dilema de prisioneros—Copar cómo los participantes de Japón y los Estados Unidos interactuaron con socios humanos y sistemas de IA.

En estos juegos, los participantes tomaron decisiones entre el interés propio y el beneficio mutuo, con incentivos monetarios reales para garantizar que estuvieran tomando decisiones genuinas en lugar de hipotéticas. Este diseño experimental permitió a los investigadores comparar directamente cómo los participantes trataron a los humanos versus la IA en escenarios idénticos.

Los juegos se estructuraron cuidadosamente para replicar situaciones cotidianas, incluidos los escenarios de tráfico, donde los humanos deben decidir si cooperar o explotar a otro agente. Los participantes jugaron múltiples rondas, a veces con socios humanos y a veces con sistemas de IA, lo que permite una comparación directa de sus comportamientos.

“Nuestros participantes en los Estados Unidos cooperaron con agentes artificiales significativamente menos que con los humanos, mientras que los participantes en Japón exhibieron niveles equivalentes de cooperación con ambos tipos de co-jugadores”, afirma el documento.

Karpus, J., Shirai, R., Verba, Jt et al.

La culpa como issue clave en las diferencias culturales

Los investigadores proponen que las diferencias en la culpa experimentada son un impulsor principal de la variación cultural observada en la forma en que las personas tratan a los agentes artificiales.

El estudio encontró que las personas en Occidente, específicamente en los Estados Unidos, tienden a sentir remordimiento cuando explotan a otro humano pero no cuando explotan una máquina. En Japón, por el contrario, las personas parecen experimentar la culpa de manera related si maltratan a una persona o un agente synthetic.

El Dr. Karpus explica que en el pensamiento occidental, cortar un robotic en el tráfico no perjudica sus sentimientos, destacando una perspectiva que puede contribuir a una mayor disposición para explotar las máquinas.

El estudio incluyó un componente exploratorio donde los participantes informaron sus respuestas emocionales después de que se revelaron los resultados del juego. Estos datos proporcionaron concepts cruciales sobre los mecanismos psicológicos subyacentes a las diferencias de comportamiento.

Las respuestas emocionales revelan patrones culturales más profundos

Cuando los participantes explotaron una IA cooperativa, los participantes japoneses informaron que se sentían significativamente más emociones negativas (culpa, ira, decepción) y emociones menos positivas (felicidad, victoria, alivio) en comparación con sus homólogos estadounidenses.

La investigación encontró que los desertores que explotaron a su co-jugador de IA en Japón informaron que se sentían significativamente más culpables que los desertores en los Estados Unidos. Esta respuesta emocional más fuerte puede explicar la mayor renuencia entre los participantes japoneses a explotar a los agentes artificiales.

Por el contrario, los estadounidenses sintieron más emociones negativas al explotar a los humanos que a la IA, una distinción no observada entre los participantes japoneses. Para las personas en Japón, la respuesta emocional fue related independientemente de si habían explotado a un agente humano o synthetic.

El estudio señala que los participantes japoneses se sintieron de manera related sobre explotar a los copresionadores humanos y de IA en todas las emociones encuestadas, lo que sugiere una percepción ethical fundamentalmente diferente de los agentes artificiales en comparación con las actitudes occidentales.

Animismo y la percepción de los robots

Los antecedentes culturales e históricos de Japón pueden desempeñar un papel importante en estos hallazgos, ofreciendo posibles explicaciones para las diferencias observadas en el comportamiento hacia los agentes artificiales y AI incorporada.

El artículo señala que la afinidad histórica de Japón por animismo Y la creencia de que los objetos no vivos pueden poseer almas en el budismo han llevado a la suposición de que los japoneses aceptan y atienden a los robots que las personas en otras culturas.

Este contexto cultural podría crear un punto de partida fundamentalmente diferente para cómo se perciben los agentes artificiales. En Japón, puede haber menos distinción brusca entre humanos y entidades no humanas capaces de interacción.

La investigación indica que las personas en Japón son más propensas que las personas en los Estados Unidos a creer que los robots pueden experimentar emociones y están más dispuestas a aceptar robots como objetivos del juicio ethical humano.

Los estudios a los que se hace referencia en el documento sugieren una mayor tendencia en Japón a percibir a los agentes artificiales como similares a los humanos, con robots y humanos con frecuencia representados como socios en lugar de relaciones jerárquicas. Esta perspectiva podría explicar por qué los participantes japoneses trataron emocionalmente a agentes artificiales y humanos con consideración related.

Implicaciones para la adopción de tecnología autónoma

Estas actitudes culturales podrían afectar directamente la rapidez con que se adoptan las tecnologías autónomas en diferentes regiones, con implicaciones económicas y sociales potencialmente de gran alcance.

El Dr. Karpus conjetura que si las personas en Japón tratan a los robots con el mismo respeto que los humanos, los taxis totalmente autónomos podrían convertirse en un lugar común en Tokio más rápidamente que en las ciudades occidentales como Berlín, Londres o Nueva York.

El afán de explotar vehículos autónomos en algunas culturas podría crear desafíos prácticos para su suave integración en la sociedad. Si es más possible que los conductores corten los autos autónomos, tomen su derecho de paso o exploten su precaución programada, podría obstaculizar la eficiencia y la seguridad de estos sistemas.

Los investigadores sugieren que estas diferencias culturales podrían influir significativamente en la línea de tiempo para la adopción generalizada de tecnologías como drones de entrega, transporte público autónomo y vehículos personales autónomos.

Curiosamente, el estudio encontró poca diferencia en cómo los participantes japoneses y estadounidenses cooperaron con otros humanos, alineándose con investigaciones previas en economía del comportamiento.

El estudio observó una diferencia limitada en la disposición de los participantes japoneses y estadounidenses de cooperar con otros humanos. Este hallazgo destaca que la divergencia surge específicamente en el contexto de la interacción humana-AI en lugar de reflejar diferencias culturales más amplias en el comportamiento cooperativo.

Esta consistencia en la cooperación humana-humana proporciona una línea de base importante contra la cual medir las diferencias culturales en la interacción humana-AI, fortaleciendo las conclusiones del estudio sobre la singularidad del patrón observado.

Implicaciones más amplias para el desarrollo de la IA

Los hallazgos tienen implicaciones significativas para el desarrollo y el despliegue de sistemas de IA diseñados para interactuar con humanos en diferentes contextos culturales.

La investigación subraya la necesidad crítica de considerar los factores culturales en el diseño e implementación de sistemas de IA que interactúan con los humanos. La forma en que las personas perciben e interactúan con la IA no es common y puede variar significativamente entre las culturas.

Ignorar estos matices culturales podría conducir a consecuencias no deseadas, tasas de adopción más lentas y potencial para el mal uso o la explotación de las tecnologías de IA en ciertas regiones. Destaca la importancia de los estudios interculturales en la comprensión de la interacción Human-AI y garantiza el desarrollo responsable y el despliegue de la IA a nivel mundial.

Los investigadores sugieren que a medida que la IA se vuelve más integrada en la vida diaria, comprender estas diferencias culturales será cada vez más importante para la implementación exitosa de tecnologías que requieren cooperación entre humanos y agentes artificiales.

Limitaciones e instrucciones de investigación futuras

Los investigadores reconocen ciertas limitaciones en su trabajo que apuntan a las instrucciones para futuras investigaciones.

El estudio se centró principalmente en solo dos países, Japón y los Estados Unidos, que, aunque proporcionan concepts valiosas, no pueden capturar el espectro completo de la variación cultural en la interacción humana-AI a nivel mundial. Se necesita más investigación en una gama más amplia de culturas para generalizar estos hallazgos.

Además, si bien los experimentos de teoría de juegos proporcionan escenarios controlados ideales para la investigación comparativa, pueden no capturar completamente las complejidades de las interacciones humanas-AI del mundo actual. Los investigadores sugieren que validar estos hallazgos en estudios de campo con tecnologías autónomas reales sería un siguiente paso importante.

La explicación basada en la culpa y las creencias culturales sobre los robots, aunque respaldada por los datos, requiere una investigación empírica adicional para establecer la causalidad definitivamente. Los investigadores piden estudios más específicos que examinen los mecanismos psicológicos específicos que subyacen a estas diferencias culturales.

“Nuestros hallazgos actuales templan la generalización de estos resultados y muestran que la explotación de algoritmos no es un fenómeno intercultural”, concluyen los investigadores.

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